Aquel hombre creía en el cielo
Como una bomba cree en su estampido.
No hubo nada que hacerle: se le enseñaba el mundo,
Se le pisoteaba la mecha,
Se le decía que no que no,
Y aquel hombre seguía ardiendo obstinado,
Hasta que estalló en pedazos del tamaño de quizás
Y se le vio desaparecer con una sonrisa en el puño
Como un halcón de otros tiempos.
Roberto Fernández Retamar
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