Cuando uno duerme uno es nadie y luego cuando despierta ya recuerda uno que es Fulano de Tal y recuerda las circunstancias de esa vida, las obligaciones que el día impondrá, algo muy concreto, uno vuelve a dejar de ser “una suerte de Dios infinito”, puede ser alguien, atado a cierto pasado, atado a ciertas esperanzas, en general fallidas.
Y la literatura también es un sueño, a las letras de los hombres les debemos casi todo lo que somos y lo que hemos sido; también lo que seremos. ¿Qué diferencia se puede encontrar entre recordar sueños y recordar el pasado?
Hay una relación, pues, sueños literatura, sueños y vida. Si la literatura es equiparable a los sueños, es porque los sueños y la literatura tienen su raíz última en nosotros, descubren un abismo oscuro que late bajo las apariencias. La literatura es un sueño dirigido y deliberado, pero fundamentalmente un sueño.
Borges
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